Muchas veces hemos oído el término “mujeres olvidadas de la Historia” , concepto que lleva a confusión porque olvidar es un acto involuntario.
Durante toda la historia las mujeres brillantes, las mujeres que podían ser un referente inspirador y empoderante para el resto, han sido deliberadamente ocultadas y silenciadas por el sistema patriarcal.
Desde esta sección vamos a ir rescatando del “olvido” a mujeres imprescindibles para la historia de la cultura y el conocimiento.
Para los historiadores Teodora de Bizancio siempre ha sido considerada como una mujer perversa y amoral que conquistó a Justiniano con sus “malas artes”.
A día de hoy se la reivindica como una de las figuras más importantes del Imperio Bizantino ya que fué una gobernante brillante, una inteligente legisladora, una reformista social y una mecenas de las artes.
Los comienzos de la vida de Teodora fueron durísimos, empezó a prostituirse a los 12 años al tiempo que ejercía como bailarina erótica para los hombres de las élites bizantinas, de hecho esto es de lo poco de su vida que ha trascendido.
La violencia extrema y múltiples vejaciones que sufría por ser prostituta continuaron cuando se casó con su primer marido.
Pero su vida dió un giro al conocer a Justiniano, que, cuando asumió como emperador, lo hizo con Teodora como corregente ya que se dió cuenta que su valía e inteligencia le iban a ser de gran ayuda en la gobernación del imperio.
Cuando se habla de la época de Justiniano él aparece sobrevalorado, pero en realidad Teodora y Justiniano gobernaron como iguales en la época de mayor esplendor del Imperio Bizantino.
A Teodora se la puede considerar la primera legisladora feminista de la Historia.
Legisló con la intención de mejorar la difícil situación de las mujeres de todas las clases sociales en el imperio Bizantino.
Gracias a ella se promulgaron leyes como:
Derecho al divorcio.
Derecho al aborto.
Prohibición del proxenetismo y la prostitución forzosa.
Reconocimiento de las criaturas nacidas fuera del matrimonio.
Prohibición de que hubiera castigos a mujeres acusadas de adulterio.
Defensa de los derechos de herencia de las mujeres.
Leyes que defendieron el derecho a que las mujeres pudieran tener y gestionar su propio dinero y patrimonio.
Todo esto desapareció a la muerte prematura de Teodora.
Podemos decir que Teodora de Bizancio obtuvo una triple victoria contra el patriarcado ya que:
Consiguió en su reinado cumplir con los puntos clave de la agenda feminista 1100 años antes de que el feminismo surgiera como teoría humanistica.
Gobernó un imperio, siendo lo que para el patriarcado es lo peor que se puede llegar a ser: MUJER Y PROSTITUTA.
Hizo justicia con los “hijos sanos del patriarcado”, imponiendo penas para los hombres que ejercían violencia contra las mujeres tipificando como delitos actos que hasta entonces se podían ejercer con total impunidad.
Fue la poetisa más importante del Al-Ándalus (s.XI), hija del undécimo califa de Córdoba.
En una época donde las mujeres estaban siempre tuteladas por un varón de la familia, ella consiguió comprar su libertad a su tutor legal (su tío), gracias a la herencia recibida de su padre, al tener la suerte de ser hija única.
Con el resto de la herencia abrió en su palacio un salón literario donde acudían las élites culturales del momento junto con las figuras más prestigiosas de la política y la judicatura, tomando su pensamiento como referente.
Pudo llegar a vivir holgadamente de los eventos culturales que organizaba obteniendo una independencia económica inédita para las mujeres de su época.
Siempre estuvo muy implicada en la formación de niñas y mujeres , creando una escuela donde las enseñaba a leer y escribir.
No usaba velo y bordaba sus versos en sus vestidos.
Pese a que por sí misma tiene todos los méritos como para ser recordada como una poetisa excepcional, de lo poco que se habla de ella es en relación al romance que mantuvo con otro poeta, mucho más conocido de la época, Ibn Zaydún, haciendo referencia al hecho de que gran parte de la obra de ambos se basa en cartas y poesías que se escribían el uno al otro en el breve tiempo que duró su relación.
Totalmente silencia durante casi diez siglos, se volvió a hablar poco a poco de ella en periódicos literarios a partir de finales del siglo XIX, y varias escritoras actuales han escrito biografías sobre ella : “Wallada, la última luna” de Matilde Cabello, o “Walläda La Omeya” de Magdalena Lasala.
Sin embargo, lamentablemente, a día de hoy sigue sin aparecer en los libros de texto.